Los periodistas y los trabajadores de la prensa de República Dominicana hemos declarado el día de hoy como el Día Nacional del Desagravio a la Prensa.
Hace un año, en el Teatro Nacional, uno de nuestros colegas –el periodista Vianco Martínez- fue agredido de manera física y ultrajado moralmente por los nombrados Josué Vargas y Rafael Emilio Vargas, espalderos del empresario Saymon Díaz, y pese a los esfuerzos que hizo, su reclamo de justicia ha caído al vacío.
La agresión se produjo en momentos en que esperaba para hacer una entrevista. Tras el hecho, Vianco interpuso una demanda judicial en contra de sus agresores. Desde el día en que la sometió ha caminado sin cesar de un lugar a otro en busca de una reparación judicial, pero todo ha sido en vano. Junto a Vianco, fuimos a la Fiscalía, le escribimos varias cartas al Fiscal Alejandro Moscoso Segarra expresándole nuestro deseo de justicia, y al final nos dimos cuenta de que estábamos conversando con las piedras. En el año transcurrido, los periodistas dominicanos hemos quedado con un sabor amargo por la indiferencia, la indolencia, el desamparo y la irresponsabilidad de las autoridades judiciales.
Vianco Martínez ha sido periodista a tiempo completo. Ha llevado este oficio con nobleza y dedicación, y ahora que fue víctima de un atropello, ni siquiera ha podido lograr que las autoridades del Ministerio Público le ofrezcan el amparo que como ciudadano merece.
Para nosotros, sus colegas, amigos y compañeros de trabajo y de profesión, saberlo arrastrado como un animal en manos de unos sujetos investidos de ignorancia, desprotegido ante la superioridad de la fuerza bruta y humillado sin contemplación ante la gente, fue un espectáculo triste, doloroso y desolador, que pudo ser reparado rápidamente si las autoridades judiciales hubieran jugado su papel y tenido un comportamiento más justo y digno, distinto al que decidieron asumir.
Consideramos que Vianco ha sido atropellado dos veces, una por los espalderos que lo agredieron y ultrajaron, y otra por la irresponsabilidad de las autoridades judiciales.
El Ministerio Público, con su proceder, se sumó al agravio de los espalderos de Saymon Díaz, y eso ofende profundamente al periodismo dominicano.
Por el caso de Vianco ha desfilado un inútil cortejo de fiscales adjuntos –seis para ser exactos- y ninguno ha dado un paso firme hacia adelante. Una de las mayores hazañas de los adjuntos fue interrogar por teléfono a un testigo.
Frente a los agresores, los fiscales adjuntos se han mostrado empequeñecidos. Las relaciones de poder que han exhibido los inculpados representan una burla a los periodistas y a la sociedad dominicana. No acudieron a la mayoría de las citaciones judiciales, y cuando lo hicieron, pusieron cuantas condiciones se les ocurrió. Encima de eso, declararon frente a la cara de los fiscales adjuntos, que ellos no podían perder su tiempo en audiencias porque trabajan “para la seguridad del Estado”. El derroche de arrogancia de los imputados ha sido espectacular.
En el mes de marzo, la Jueza de Instrucción Elka Reyes emitió una sentencia ordenando a la Fiscalía una “inmediata investigación” de los hechos del Teatro Nacional. El Ministerio Publico no actuó, y más bien desacató el dictamen sin ningún reparo.
Hoy, que se cumple un año de la agresión contra Vianco Martínez, queremos que todas las autoridades judiciales del país sepan que los periodistas dominicanos nunca olvidaremos el trato dispensado por la Fiscalía, ni la indiferencia ni indolencia con que nos ha tratado. Ha sido ese proceder el que ha propiciado que el caso Vianco se empantanara y que no haya avanzado ni un centímetro, a pesar de su lucha ininterrumpida.
La gestión de Alejandro Moscoso Segarra ha manchado el Estado de Derecho y nos ha hecho pensar que todos los discursos grandilocuentes con que cada día se dirige a los medios de comunicación no son más que palabras. Nos resistimos a pensar que en República Dominicana el Ministerio Público está supeditado a las relaciones de poder de los victimarios, a los apellidos que tengan y a las personas con las que suban a las tarimas.
Con su inercia, el Ministerio Público ha malgastado su autoridad moral y protege a los agresores. Se ha convertido en una fábrica de decepciones; ha desfalcado nuestra esperanza de justicia y nos ha robado todos los anhelos de que haya una reparación judicial en el caso Vianco.
La Fiscalía no tiene una sola manera razonable de justificar el hecho de que en el curso de un año ni siquiera haya citado a los testigos, a pesar de que están todos debidamente identificados, por más argumentos que esgrima y por más tecnicismos que utilice como pretexto para no actuar contra los imputados.
La indiferencia del fiscal Alejandro Moscoso Segarra y de la Fiscalía ha provocado que los periodistas y los trabajadores de la prensa se sientan indefensos frente a la justicia.
En cada acto de denegación de justicia, es la propia justicia la que pierde y se empequeñece. El Ministerio Público está enfermo y el caso Vianco es un buen ejemplo de eso.
Estamos aquí, en el lugar donde la historia debió escribirse de otra manera, para expresar lo único que nos queda ante la fuerza de la impunidad: nuestra indignación, y para decirle a la sociedad dominicana que el Ministerio Público, con su talento para regalar impunidades, seguirá siendo una fábrica de decepciones.
Los periodistas y trabajadores de la prensa que acompañamos a Vianco Martínez esta mañana decidimos renunciar a la esperanza de que el Ministerio Público y la Justicia resguarden los derechos de un profesional de la comunicación social al que, como a muchos dominicanos, decepcionaron con su falta de capacidad de garantizar un acceso rápido y efectivo para los ciudadanos que ven violentados sus derechos.