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miércoles, 18 de febrero de 2009

Conferencia Episcopal pide reforma Código Procesal Penal y enfrentar con eficiencia la delincuencia y criminalidad

La Conferencia del Episcopado Dominicano, en una cruda radiografía sobre el alcance de la delincuencia y la criminalidad, propuso ayer alrededor de diez medidas para enfrentar la situación, incluyendo una nueva reforma del Código Procesal Penal para endurecer las penas contra los culpables de los crímenes y delitos que a diario se comenten en el país.

“Una vez más los obispos católicos, nos dirigimos a nuestro pueblo, profundamente preocupados por la creciente crisis económica, el clima de inseguridad y violencia, y el auge del narcotráfico y la delincuencia común”, afirman los prelados en la introducción de un mensaje de 26 páginas entregado ayer a los medios de prensa, con motivo del 27 de Febrero.

Entre otras medidas, los obispos plantean que el Gobierno y la ciudadanía cambien su visión por una verdadera voluntad política de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, y solicitaron al Senado la creación de una legislación que establezca normas y condiciones para otorgar los indultos, facultad que hasta ahora el artículo 55 de la Constitución otorga al Presidente de la República.

Piden, por igual, una revisión de la política sobre las bancas de lotería y los juegos de azar cuya proliferación denunciaron como “alarmate”; una mayor inversión en la educación; profundizar la depuración en todos los niveles y jerarquías de la Policía y los organismos castrenses, y revisar la escala salarial en el sector público, donde algunos ganan 300 veces más que las mayorías.

“Nos preocupan diversos hechos acaecidos en el recién pasado año y en el presente, en los cuales han muerto numerosos hombres y mujeres, jóvenes y niños, víctimas de la violencia; los inocentes muertos a consecuencia de balaceras, los muchos heridos; los atracos y robos, y el creciente clima de inseguridad y temor, que tiende a paralizar el buen desenvolvimiento tanto de la vida privada como pública”.

CorrupciónLa Conferencia del Episcopado reconoció que el Gobierno ha obtenido logros significativos en la lucha contra el crimen, pero aún persiste el cáncer de la corrupción administrativa, el tráfico de influencia y la degradación institucional, y que tampoco se conoce un plan para hacer frente a estos grandes males.


Afirman que a esta escandalosa situación se agregan el auge de las ejecuciones extrajudiciales en los llamados intercambios de disparos, la intolerancia policial en unos casos y los asesinatos de agentes policiales o de seguridad, en otros, y las condenas de inocentes y la impunidad de culpables, cuando se trata de sujetos adinerados o con influencia.


Como consecuencia de todo esto, agregan los obispos, la sociedad ha perdido la credibilidad en sus instituciones, especialmente en el sistema de justicia. “Sería conveniente se haga la revisión, tantas veces anunciada, del Código Procesal Penal, ya que el ministerio público no cuenta todavía con las herramientas y tecnologías suficientes para las investigaciones con las requeridas pruebas que hagan posible sancionar debidamente a los culpables”.


Otros malesAñaden que la violencia y la inseguridad ciudadana están relacionadas con la economía, porque cuando los recursos no se conciben como medios para el crecimiento y el desarrollo integral de la persona humana, se convierten en fuente de injusticia social, que engrendra violencia y destruye a las personas.


Señalan que la sociedad ni la Iglesia pueden permanecer indiferentes frente al bajo salario que reciben los empleados y trabajadores, ya sean de la industria, la agricultura, la minería el comercio, tiendas, supermercados, negocios, empleados domésticos o servidores públicos.

Recuerdan que la falta de empleo y la explotación obrera es otro elemento nocivo que engendra inseguridad y violencia en el seno de las familias, especialmente en aquellas que tienen menos ingresos, y que a ello se suman la carestía de los servicios de salud y medicamentos, el alto costo de los servicios básicos, como la electricidad, el agua, el teléfono y el transporte.

Exhortaron a los empresarios, comerciantes y agentes productivos a que analicen su nivel de conciencia social y refrenen cualquier tendencia desmedida de adquirir riquezasen base a pagar bajos sueldos y a la especulación que encarece los productos de mayor necesidad.

SOBRE POLÍTICA FISCAL Y REFORMA

Los jerarcas católicos invitaron a los economistas del Estado a revisar las medidas impositivas con impuestos directos al consumo que elevan los productos de primera necesidad, como los alimentos, la medicina y la vivienda.

Consideran necesario que los servidores públicos tomen conciencia de lo importante que es el situarse del lado del pueblo a la hora de establecer cualquier contrato en las obras públicas o de servicios, a fin de que en los mismos no resulten perjudicados los ciudadanos, como se da en muchos casos en los que, servicios tan fundamentales como la electricidad y el transporte, les resultan tan costosos a la población.

"Es mucho lo que se invierte en mediaciones superfluas que a la larga encarecen las obras del Estado y dilapidan los recursos del erario público". afirman.

Registro civilOtro aspecto, según el mensaje episcopal, en el que se crea inseguridad desde el seno de la familia, es la situación de tantos niños y jóvenes cuyos padres, por descuido, ignorancia o falta de facilidades, no los declaran en el registro civil, a fin de que puedan figurar como ciudadanos dominicanos con derechos y deberes constitucionales.

Sobre este aspecto, llamaron al Gobierno y a la Junta Central Electoral a seguir trabajando sin descanso hasta que no quede un solo dominicano que no haya sido reconocido como ciudadano.

"Hay que crear metodologías eficaces que agilicen los procesos de declaración tardía para aquellos que sobrepasan la etapa de la niñez", expresan, tras indicar que deben eliminarse las trabas burocráticas y las mediaciones legales que encarecen los costos.

Demandaron que la propuesta del Artículo 30 de la Reforma de la Constitución, que dice que “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte", no sea tocado por ningún reformador o legislador.