SANTO DOMINGO.- La muerte de un ciudadano haitiano al lado de la embajada de ese país provocó en la mañana de hoy la indignación de un grupo de compatriotas suyos al pedir a los representantes de la sede diplomática su intervención para levantar el cadáver que por varias horas permaneció en el pavimento sin que los reclamantes recibieran respuesta.
Amelín Gufini falleció alrededor de las siete de la mañana en la parada de autobús de Haití cuando su esposa, Lorauta Fleuri, se disponía a trasladarlo a su nación, ya que éste padecía problemas de salud.
Acompañada de una maleta y varias fundas con sus ajuares personales, Fleuri lloraba desesperadamente al lado de los restos de su esposo, sin que recibiera ninguna información de si serían trasladados a Haití o no los restos de su esposo.
Mientras que un grupo de haitianos indignados se aglomeraron en la puerta de la embajada pidiendo ayuda y fueron retirados por el jefe de seguridad.
Airado, Miguel Castillo, también de nacionalidad haitiana, se quejaba de que la mayor “discriminación y maltrato” que reciben los haitianos en la República Dominicana es por parte de las autoridades de su propio país.
“Es una vergüenza el maltrato que nos dan nuestras propias autoridades, y no es el dinero lo que vale, sino la forma cómo nos tratan”, afirmó.
Dos funcionarios de la sede diplomática sólo respondieron que el único autorizado para hablar sobre el caso era el embajador.
Algunos haitianos hicieron colecta de dinero y se lo entregaron a la esposa de Gufini, quien, en medio de cánticos en greole, padecía la pena de la muerte de su pareja.
Amelín Gufini falleció alrededor de las siete de la mañana en la parada de autobús de Haití cuando su esposa, Lorauta Fleuri, se disponía a trasladarlo a su nación, ya que éste padecía problemas de salud.
Acompañada de una maleta y varias fundas con sus ajuares personales, Fleuri lloraba desesperadamente al lado de los restos de su esposo, sin que recibiera ninguna información de si serían trasladados a Haití o no los restos de su esposo.
Mientras que un grupo de haitianos indignados se aglomeraron en la puerta de la embajada pidiendo ayuda y fueron retirados por el jefe de seguridad.
Airado, Miguel Castillo, también de nacionalidad haitiana, se quejaba de que la mayor “discriminación y maltrato” que reciben los haitianos en la República Dominicana es por parte de las autoridades de su propio país.
“Es una vergüenza el maltrato que nos dan nuestras propias autoridades, y no es el dinero lo que vale, sino la forma cómo nos tratan”, afirmó.
Dos funcionarios de la sede diplomática sólo respondieron que el único autorizado para hablar sobre el caso era el embajador.
Algunos haitianos hicieron colecta de dinero y se lo entregaron a la esposa de Gufini, quien, en medio de cánticos en greole, padecía la pena de la muerte de su pareja.
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