Por Vianco Martínez
Fotos: Genris García
Doce días y siete horas después de su partida, Sanchito llegó al salón de reuniones Orlando Martínez, de la Casa Nacional del Periodista, en el malecón, y nuevamente se hizo presencia. Entró, como siempre, por la puerta ancha, ahora oliendo a historia y a eternidad. Llegó montado en el recuerdo de sus compañeros, de sus amigos, de sus parientes, y ocupó el lugar donde va a vivir por siempre.“Sanchito está aquí, sentado entre nosotros. Lo sentimos muy cerca y más nuestro que nunca”, dijo David Lorenzo, su compadre, el padrino de Suedi, su hija más pequeña y su eterno compañero de luchas.
Según él, lo que perdió el periodismo con Sanchito es irreparable. “Sanchito fue un soldado de infantería, un guerrero que luchó por el periodismo en todos los terrenos y que siempre estuvo en la primera fila”.
Entre las anécdotas traídas a recuerdo salió a relucir que Sanchito era el único cibaeño, de la “provincia” de Cevicos para más señas, que era estrellista en la pelota.Bajo la luz amarilla de la tarde del jueves, todos quisieron hablar de él, desde las integrantes del Club de las Jamonas -muchas de las cuales ya son ex jamonas- que fueron sus amigas entrañables en las buenas y en las malas, hasta sus adversarios gremiales, que reconocieron en él una persona singular, que fue honorable hasta cuando los adversaba.
Wilson Suazo, definido por el desaparecido colega Fermín Arias Belliard, como El Búho Sentimental, dijo que la vida gremial fue su gran pasión. “El ejemplo de Sanchito –añadió- nos da fuerza a nosotros para seguir luchando. No podemos mandar al zafacón las ideas y la lucha de Sanchito”.
El momento cumbre fue el de Miguel Rivera. “Tengo una gran deuda con Sanchito, que no la pude cumplir en el cementerio. Por eso vine aquí a besar su rostro, en contestación al gesto que él tuvo conmigo el día de las elecciones”.Seguir Leyendo... A seguidas pidió permiso a la esposa de Sanchito, Inés Jiménez, y con los ojos nublados de llanto, delante de sus hijos Joel, Albertico, Anny, Amauris, Suedi y Alexis, besó la foto donde a su vez Sanchito besaba el afiche de campaña de Rivera.
Rosario Álvarez, otra del fans de Sanchito, dedicó los minutos que le regaló la tarde para resaltar su espíritu de solidaridad.“No hubo problema en mi familia en que Sanchito no estuviera presente. Cuando murió mi papá, Sanchito, junto a David Lorenzo, estuvo allí; el día que murió mi hermano, encontré que vino a consolarme”.
Dice Álvarez que no quiso ir al funeral porque decidió quedarse con la imagen de solidaridad que le dejo Sanchito a lo largo de su vida.“Insto a sus hijos y sus amigos a que sigan el ejemplo de Sanchito, que es el camino de la lucha y la solidaridad”.Genris García, el periodista que eternizó en fotografías el último gesto de lucha de Sanchito el día que éste fue a llevar sus razones a las urnas del CDP, es de los que opinan que a los luchadores hay que recordarlos con la misma alegría con que vivieron y lucharon.
Como en los viejos tiempos de la secundaria, cuando todavía no pensaba ser periodista, citó al periodista checo, héroe de la resistencia antifascista, Julius Fucik, que mientras estuvo prisionero escribió “Reportaje al pie de la Horca”: “Por la alegría he vivido, por la alegría he ido al combate, por la alegría muero, que nunca la tristeza sea unida a mi nombre”.“Vamos a vivir como él, vamos a luchar como él, con la alegría a flor de labios”.
Amilcar Rodríguez, al llegar se fue directo a la foto de Sanchito, levantada frente a la puerta principal de la Casa del Periodista, se hizo la señal de la cruz y le dio un beso que le debía. Después, en el acto, escribió al viento sus palabras: “Sanchito no es un amigo que se va, es un amigo que se queda”.Recordó que en los momentos de tristeza que vivió, Sanchito era la primera persona que llegaba a darle aliento y llevarle la bandera inexpugnable de su alegría.
Domingo Batista propuso que el día 30 de agosto de cada año, se declare como el Día de la Unidad Periodística, como un homenaje permanente a su lucha por la dignificación del periodismo y por la unidad de los comunicadores.
“Es lo menos que podemos hacer por este luchador incansable por la unidad de voluntades”, dijo Batista.Todos estaban estremecidos por la pena, las lágrimas rodando como ríos y la tristeza bañando los colores del ocaso, y hasta el grandote e inconmovible periodista Aurelio Jiménez, de Haina, sollozó, cuando irrumpió en tono de alegría la voz de Suedi, la hija menor de Sanchito.“Mi papá era la persona más alegre del mundo y todo el mundo lo sabe. Podía tener las diferencias más grandes con cualquiera y al otro día iba a darle un abrazo.
Así vivió y así quiero recordarlo. Así quiero también que lo recuerden. Eso es lo que quiero, que recordemos con alegría a la persona más alegre del mundo, mi papá”.
El acto terminó cuando el sol se estaba despidiendo. Ahora Sanchito es todo presencia y todo eternidad. Ahora vive en las flores y en las tardes más hermosas, en cada oleaje del mar Caribe y en cada susurro que deja el viento. Ahora él es la madrugada y el rocío, y cada día, cuando se vaya a hablar de lucha, necesariamente, habrá que hablar de él.