Especial para Parámetro Nacional
No se trata de una historieta de ficción extraída de las Galaxias, sino de un periodista (el autor) que estando al filo de la muerte no encontraba como diligenciarse su salud, incluyendo la inesficiencia de la propia institución que enarbola el principio de previsión y protección de la clase periodística.
Mientras el corazón de periodista Manuel Azcona palpitaba, como terremoto en ebullición, la muerte se solazaba de su vida ante la impotencia de que la institución a la que pertenece desde su creación, el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), no pudiera concederle un préstamo de 30 mil pesos para un estudio de urgencia, un Agio Tomografía Coronaria, en el Centro de Diagnostico y Medicina Avanzada y de Conferencias Medicas y Telemedicina (CEDIMAT), dispuesta por el cardiólogo Dr. Pedro Ureña, que revisaría un Steen, colocado hace más de tres años, derivado por una afección cardiaca.
Ante la falta de los recursos, me ví en la obligación de postergar por 5 días la angustia de que mi estado de salud se agudizara y se presentaran otras complicaciones, debido a que empezaba a presentar agotamiento físico, cansancio y hasta mareo, que me mantuvieron en cama contando segundo, minutos y hasta horas que se convertían en incontable, pues el Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP), quien en la persona de su presidente, Domingo Batista, tras el pedimento de los 30 mil pesos, me expresó que apenas podía concederme RD$15,000, cuando semana antes y durante el proceso electora a lo interno del CDP, ese mismo organismo que dirige gastó miles de pesos en el pago de alquileres de las seccionales del interior de país, cuando esos fondos están destinados a la seguridad social y la salud de los periodistas.
"Es decir, para los administradores de los fondos de los periodistas, que no son de ellos, la repostulación a un cargo electivo es más importante que la vida misma de los miembros de la entidad colegiada".
Además, el CDP y el IPPP, privilegian más fácil a un millonario que a un periodista indigente, lo que presagia que estamos ante una nueva versión de la Crónica de la muerte anunciada del ejercicio profesional del periodismo serio, de la ética y la moral.
En los que se han enquistados por largos años en el CDP, predomina la idea del castigo y la exclusión de sus prebendas contra quienes tienen la osadía de cuestionar la transparencia en el manejo que reciben del erario público y el porcentaje del 0.5% de la publicidad de los medios de comunicación del país, creado por la Ley 10-91, cuyo 80% pasa a mano del IPPP para pensiones, seguridad social y protección de los periodistas.
No se trata de una historieta de ficción extraída de las Galaxias, sino de un periodista (el autor) que estando al filo de la muerte no encontraba como diligenciarse su salud, incluyendo la inesficiencia de la propia institución que enarbola el principio de previsión y protección de la clase periodística.
Mientras el corazón de periodista Manuel Azcona palpitaba, como terremoto en ebullición, la muerte se solazaba de su vida ante la impotencia de que la institución a la que pertenece desde su creación, el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP), no pudiera concederle un préstamo de 30 mil pesos para un estudio de urgencia, un Agio Tomografía Coronaria, en el Centro de Diagnostico y Medicina Avanzada y de Conferencias Medicas y Telemedicina (CEDIMAT), dispuesta por el cardiólogo Dr. Pedro Ureña, que revisaría un Steen, colocado hace más de tres años, derivado por una afección cardiaca.
Ante la falta de los recursos, me ví en la obligación de postergar por 5 días la angustia de que mi estado de salud se agudizara y se presentaran otras complicaciones, debido a que empezaba a presentar agotamiento físico, cansancio y hasta mareo, que me mantuvieron en cama contando segundo, minutos y hasta horas que se convertían en incontable, pues el Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP), quien en la persona de su presidente, Domingo Batista, tras el pedimento de los 30 mil pesos, me expresó que apenas podía concederme RD$15,000, cuando semana antes y durante el proceso electora a lo interno del CDP, ese mismo organismo que dirige gastó miles de pesos en el pago de alquileres de las seccionales del interior de país, cuando esos fondos están destinados a la seguridad social y la salud de los periodistas.
"Es decir, para los administradores de los fondos de los periodistas, que no son de ellos, la repostulación a un cargo electivo es más importante que la vida misma de los miembros de la entidad colegiada".
Además, el CDP y el IPPP, privilegian más fácil a un millonario que a un periodista indigente, lo que presagia que estamos ante una nueva versión de la Crónica de la muerte anunciada del ejercicio profesional del periodismo serio, de la ética y la moral.
En los que se han enquistados por largos años en el CDP, predomina la idea del castigo y la exclusión de sus prebendas contra quienes tienen la osadía de cuestionar la transparencia en el manejo que reciben del erario público y el porcentaje del 0.5% de la publicidad de los medios de comunicación del país, creado por la Ley 10-91, cuyo 80% pasa a mano del IPPP para pensiones, seguridad social y protección de los periodistas.
Mientras todo esto ocurre, el IPPP todavía tiene en su planilla de pensiones a decenas de periodistas recibiendo 2,000 miserables pesos, como es el ejemplo en Villa Vásquez, donde el corresponsal Humberto Morel Estévez, con casi 40 años en el ejercicio de periodismo en la región Noroeste de país, entre otros, en tanto, si se privilegian otros que tienen como diligenciarse su salud.
La gran vergüenza del CDP y IPPP deambula en la calle El Conde, donde el periodista Rafael Valoy, quien perdió la razón y arrastra una vida miserable, sin que ambos organismos de dirección hayan mostrado un sentimiento por ese colega enfermo que permita aliviar su salubridad.
El CDP ha perdido la esencia de su origen y creación, mientras sigue acumulando la deuda social de los periodistas, además, está llamado a retomar los principios de solidaridad, ser más humanitario y la defensa de su colectividad.
No intentamos destruir reputaciones pero perseguimos enaltecer el CDP que tanta sangre, tintas y tesonera lucha a costado a los periodistas, pero que hoy día representa un trozo de historia nacional y en defensa de la Libertad de Expresión y Difusión del Pensamiento, sin el cual perecería nuestro sistema democrático.
La gran vergüenza del CDP y IPPP deambula en la calle El Conde, donde el periodista Rafael Valoy, quien perdió la razón y arrastra una vida miserable, sin que ambos organismos de dirección hayan mostrado un sentimiento por ese colega enfermo que permita aliviar su salubridad.
El CDP ha perdido la esencia de su origen y creación, mientras sigue acumulando la deuda social de los periodistas, además, está llamado a retomar los principios de solidaridad, ser más humanitario y la defensa de su colectividad.
No intentamos destruir reputaciones pero perseguimos enaltecer el CDP que tanta sangre, tintas y tesonera lucha a costado a los periodistas, pero que hoy día representa un trozo de historia nacional y en defensa de la Libertad de Expresión y Difusión del Pensamiento, sin el cual perecería nuestro sistema democrático.