Honduras se retiró de la OEA el viernes a la medianoche, al considerar que el organismo pretendía imponerle "resoluciones unilaterales e indignas" para colocar de nuevo en el cargo al derrocado presidente.
Unos 10.000 simpatizantes del presidente destituido desfilaron nuevamente el sábado para expresarle apoyo, bloqueando el tráfico cerca del palacio presidencial ocupado por el presidente designado por el congreso Roberto Micheletti y estrictamente custodiado por militares.
Llegaron al aeropuerto internacional de Tegucigalpa para presuntamente aguardar a Zelaya, quien anunció por una radio local de uno de sus aliados que vendrá a Honduras "llueve, truene o relampaguee" el domingo al mediodía.
Anunció que lo acompañarán los presidentes Cristina Fernández de Argentina y Rafael Correa de Ecuador, numerosos cancilleres y más de 300 periodistas internacionales.
Antonio Ortíz, un representante de la etnia caribeña garífuna de 62, que marchó con un incensario para "purificar" el ambiente y alejar los malos espíritus. Dijo a la AP: "los golpistas nos fregaron y tendremos que dedicarnos a la agricultura para comer porque vienen días difíciles", añadió.
Luis Sosa, dirigente del izquierdista Bloque Popular, aseguró que las fuerzas armadas mantienen bloqueadas las carreteras para impedir que miles de personas lleguen a la capital desde todo el país para manifestar su respaldo a Zelaya.
"Los cascos azules de las Naciones Unidas tendrán que venir para evitar un derramamiento de sangre en Honduras" ante la creciente polarización de los que están a favor y en contra de Zelaya, manifestó. En días pasados también hubo masivas concentraciones de simpatizantes de Micheletti.
Honduras había sido advertida de su suspensión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) si no revertía el derrocamiento de Zelaya. En un intento de restaurar las condiciones democráticas del país, el secretario general del organismo continental José Miguel Insulza gestionó el viernes en Tegucigalpa el retorno del presidente depuesto.
Pero en respuesta a los esfuerzos de Insulza, Micheletti anunció el retiro de Honduras de la OEA.
"La OEA es una organización política, no un tribunal, y no puede juzgarnos", dijo Micheletti en una nota enviada al secretario general de la entidad hemisférica.
Afirmó que la OEA intenta imponer "resoluciones unilaterales e indignas sin que el gobierno legítimamente constituido sea escuchado", agregó en la misiva leída la noche del viernes en cadena de radio y televisión por su vicecanciller, Martha Alvarado.
Insulza no se reunió con representantes del gobierno designado para evitar conferirles legitimidad.
Al término de sus 7 horas en Honduras, Insulza ofreció una rueda de prensa en la que expuso que "lamentablemente en Honduras no hay condiciones para el regreso de Zelaya", quien decidirá si regresa al país en tales circunstancias. Los líderes de la Corte Suprema, que avalaron el golpe, respondieron a la mediación de Insulza que si Zelaya regresa lo espera una orden de captura.
Una amenaza similar fue formulada más tarde contra Insulza por el canciller de Micheletti, Enrique Ortez, al advertir que el líder de la OEA no podrá volver a Honduras y si lo hace "será arrestado y juzgado". No precisó bajo qué acusaciones.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dijo el viernes que Zelaya le comunicó su intención de regresar a Honduras el domingo.
En Washington está programada una asamblea de la OEA para que el secretario general informe de los resultados de su visita al país centroamericano y en donde se espera que se oficialice la suspensión de Honduras de las filas del organismo.
Micheletti recibió respaldo del arzobispo de Tegucigalpa, cardenal Oscar Andrés Rodríguez, quien el sábado afirmó en cadena de radio y televisión nacional que "el pueblo hondureño se pregunta si el sistema interamericano se limita a proteger la democracia en las urnas, pero no da seguimiento a un buen gobierno, a la prevención de las crisis políticas, económicas y sociales, de nada servirá el reaccionar tardíamente frente a ellas".
En el país rige un toque de queda que restringe las garantías personales durante varias horas de la noche. También existe un fuerte control militar sobre las transmisiones de las televisoras y radios, varias de las cuales han sido censuradas.
Unos 10.000 simpatizantes del presidente destituido desfilaron nuevamente el sábado para expresarle apoyo, bloqueando el tráfico cerca del palacio presidencial ocupado por el presidente designado por el congreso Roberto Micheletti y estrictamente custodiado por militares.
Llegaron al aeropuerto internacional de Tegucigalpa para presuntamente aguardar a Zelaya, quien anunció por una radio local de uno de sus aliados que vendrá a Honduras "llueve, truene o relampaguee" el domingo al mediodía.
Anunció que lo acompañarán los presidentes Cristina Fernández de Argentina y Rafael Correa de Ecuador, numerosos cancilleres y más de 300 periodistas internacionales.
Antonio Ortíz, un representante de la etnia caribeña garífuna de 62, que marchó con un incensario para "purificar" el ambiente y alejar los malos espíritus. Dijo a la AP: "los golpistas nos fregaron y tendremos que dedicarnos a la agricultura para comer porque vienen días difíciles", añadió.
Luis Sosa, dirigente del izquierdista Bloque Popular, aseguró que las fuerzas armadas mantienen bloqueadas las carreteras para impedir que miles de personas lleguen a la capital desde todo el país para manifestar su respaldo a Zelaya.
"Los cascos azules de las Naciones Unidas tendrán que venir para evitar un derramamiento de sangre en Honduras" ante la creciente polarización de los que están a favor y en contra de Zelaya, manifestó. En días pasados también hubo masivas concentraciones de simpatizantes de Micheletti.
Honduras había sido advertida de su suspensión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) si no revertía el derrocamiento de Zelaya. En un intento de restaurar las condiciones democráticas del país, el secretario general del organismo continental José Miguel Insulza gestionó el viernes en Tegucigalpa el retorno del presidente depuesto.
Pero en respuesta a los esfuerzos de Insulza, Micheletti anunció el retiro de Honduras de la OEA.
"La OEA es una organización política, no un tribunal, y no puede juzgarnos", dijo Micheletti en una nota enviada al secretario general de la entidad hemisférica.
Afirmó que la OEA intenta imponer "resoluciones unilaterales e indignas sin que el gobierno legítimamente constituido sea escuchado", agregó en la misiva leída la noche del viernes en cadena de radio y televisión por su vicecanciller, Martha Alvarado.
Insulza no se reunió con representantes del gobierno designado para evitar conferirles legitimidad.
Al término de sus 7 horas en Honduras, Insulza ofreció una rueda de prensa en la que expuso que "lamentablemente en Honduras no hay condiciones para el regreso de Zelaya", quien decidirá si regresa al país en tales circunstancias. Los líderes de la Corte Suprema, que avalaron el golpe, respondieron a la mediación de Insulza que si Zelaya regresa lo espera una orden de captura.
Una amenaza similar fue formulada más tarde contra Insulza por el canciller de Micheletti, Enrique Ortez, al advertir que el líder de la OEA no podrá volver a Honduras y si lo hace "será arrestado y juzgado". No precisó bajo qué acusaciones.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, dijo el viernes que Zelaya le comunicó su intención de regresar a Honduras el domingo.
En Washington está programada una asamblea de la OEA para que el secretario general informe de los resultados de su visita al país centroamericano y en donde se espera que se oficialice la suspensión de Honduras de las filas del organismo.
Micheletti recibió respaldo del arzobispo de Tegucigalpa, cardenal Oscar Andrés Rodríguez, quien el sábado afirmó en cadena de radio y televisión nacional que "el pueblo hondureño se pregunta si el sistema interamericano se limita a proteger la democracia en las urnas, pero no da seguimiento a un buen gobierno, a la prevención de las crisis políticas, económicas y sociales, de nada servirá el reaccionar tardíamente frente a ellas".
En el país rige un toque de queda que restringe las garantías personales durante varias horas de la noche. También existe un fuerte control militar sobre las transmisiones de las televisoras y radios, varias de las cuales han sido censuradas.