Por Vianco Martínez
Especial para Parámetro Nacional
Esta es mi respuesta a la cantinflada de Saymon Díaz y sus espalderos.
He escuchado con extraal empresario Saymon Díaz decir que sus espalderos Rafael Vargas y Josué Vargas no me agredieron, sino que me "sacaron forzosamente", y antes esta irresponsable cantinflada quiero dejar constancia de los detalles de aquella infamia injustificada.
A las cuatro de la tarde del sábado 23 de agosto, me dirigí al hotel Hilton, donde se encontraba el cantautor Pedro Guerra. Lo encontré en el área del lobby junto a su esposa y manager de nombre María. Después de explicarle el interés de que me concediera una entrevista, Guerra me propuso que fuera al Teatro Nacional para hacerla, debido a que acababa de llegar del aeropuerto, procedente de Costa Rica e iba a descansar.
Según lo conversado, llegué a las siete al Teatro Nacional. Ya en la Sala Principal encontré que Luz García realizaba una entrevista con el cantante y me senté a un lado de la sala a esperar. Conversé en ese momento con la esposa y manager del artista, quien me pidió que esperara un momento a que el artista terminara la entrevista e hiciera el chequeo de sonido. Le dije a la señora María que tenía mucho interés en la entrevista, pero que si las cosas se complicaban con el tiempo y no se podía realizar, lo entendería.
Cuando Guerra terminó la entrevista, salió del área de la sillería, momento en que, ya junto a él, la señora María me hizo una seña para que esperara. Así lo hice. Minutos después llegó hasta mí un sujeto que se identificó como Jefe de Seguridad del Teatro y de nombre Rafael Vargas. (Después me enteré que no era personal del Teatro Nacional, sino un espaldero con pistola de Centauro Segurity Group contratado por Symon Díaz).
Me preguntó en tono violento qué buscaba sentado allí y le conté la historia de la entrevista. No me dejó hablar. Cada vez que trataba de explicarle el asunto, me interrumpía en tono violento. Le pedí que no se alterara para resolver la situación. Me respondió que no estaba alterado, pero esa respuesta me la dio más alterado aun. Le dije que iba a llamar a Saymon Díaz para que resolviera la situación, lo cual hice tres veces, pero no me respondió. Le dije que iba a llamar a alguien más, a una persona que conoce a al sr. Symon Díaz y que podía ayudar a poner fin a la situación. Cuando la contacté, le pasé el teléfono a Rafal Vargas, pero lo que hizo fue coger el teléfono, cerrarlo violentamente, lanzando una colección de improperios entre los cuales el más decente era "tu lo que eres es un comemierda".
Me dijo que los periodistas estaban prohibidos en ese lugar y que él, como Jefe de Seguridad, iba a hacer valer "como sea" esa prohibición. Le recordé que allí, minutos antes, había una comunicadora realizando una entrevista, lo cual vi que hizo con mucho profesionalismo. Fue entonces cuando me dijo que el me iba a sacar de alli a patadas.
Procedió a llamar por la radio a otro miembro de la seguridad (Josué Vargas), quien vino en un tono más agresivo aun. Sin mediar muchas palabras, tras recibir la orden de Rafael Vargas, me agarró por el cuello en tono violento, y con mucha violencia me paró del asiento, me sacó al pasillo de la sala y allí, con su mano derecha apretándome por la nuca y retorciéndome el brazo izquierdo sobre la espalda, me arrastró como un animal desde la sillería de la sala, hasta la puerta del parqueo que da a la calle Pedro Henríquez Ureña.
En el trayecto, pasamos por una parte de la recepción y por el pasillo del lado que da a esa puerta, todo eso en forma violenta.
Imagínense el triste espectáculo de Vianco Martínez arrastrado como un perro por estos sujetos a la fuerza delante de la gente que llegaba al concierto. Sólo imagínenselo!
Nunca podemos olvidar que lo único que yo buscaba era una entrevista, la cual había coordinado debidamente. Yo no estaba allí haciendo nada indebido, nada ilegal, yo no estaba robando, no estaba maltratando a nadie, no le estaba faltando a nadie, no estaba alterando el orden.
Es muy triste todo lo que sucedió el sábado, toda la humillación, todo el ultraje, todo el maltrato físico!
Como nota paradójica, la mañana de ese mismo día realice una interesante entrevista al renombrado músico cubano Paquito D Rivera –que es un caballero tratando a los periodistas que quieren escuchar su historia-, y por hacerla nadie me fue encima, nadie me humilló ni me arrastró ni pateó.
El día más triste de este país va a ser el día que un periodista no pueda realizar una entrevista con garantías de que no sera pateado ni ultrajado por espalderos con pistolas.