DAJABON.- En el mes de enero se repatriaron 326 personas, entre ellos 225 hombres, 85 mujeres y 16 niños, informó Solidaridad Fronteriza y el Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes Haití. Los datos fueron datos a conocer por Solidaridad Fronteriza, entidad que trabaja por la protección de los indocumentados, afirma que la cifra subió en el mes de febrero con 476 repatriados, entre ellos 334 hombres, 114 mujeres y 28 niños.
Durante el mes de marzo el número de haitianos enviados a su país por la frontera con Dajabón, se elevó a 483, con 306 hombres, 122 mujeres y 55 niños. No obstante para el mes de abril fue de 408 deportados, 334 hombres, 10 mujeres y 64 niños.
Las labores de repatriaciones totalizan mil 693 personas, entre ellas mil 119 hombres, 331 mujeres y 163 niños y niñas. Estas cifras permiten apreciar una nueva configuración de la migración haitiana hacia la República Dominicana y de las repatriaciones:
Se observa de esa manera que las autoridades modifican las cifras en el camino y ocultan la cantidad de expulsiones masivas efectuadas sin ningún respeto de los Derechos Humanos. Las cifras que se declaran son distintas a la cantidad de repatriados que llegan a la frontera Dajabon hacia Juana Méndez.
A su llegada, algunos de ellos son interrogados por las autoridades haitianas y el Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes Haití y confiesan que si tuviesen dinero para sobornar, no les expulsarían.
Afirman que a varios de sus compañeros que estuvieron con ellos en el vehículo que los transportaba a la frontera haitiana aceptaron pagar el monto de dinero pedido por las autoridades dominicanas para que los dejasen bajar del bus en un lugar lejos de los ojos críticos de los ciudadanos.
Por eso, confirman los afectados que las autoridades dominicanas son reacias a entregar la ficha de la repatriación, con todos los datos consignados a los responsables de la migración haitiana en Juana Méndez.
Citan que la cuestión migratoria está estrechamente ligada y afectada por múltiples aspectos que están en el orden del día y que cambian su anterior configuración, tal como: el tráfico y trata de personas, la migración irregular y la protección de los derechos de los emigrantes.
Y citan que no menos importante en la transformación del perfil de la migración y de la repatriación es la participación de las mujeres en este movimiento. En efecto, la mujer está muy presente en la movilidad social, y se compromete sola a la hora de integrarse en el mercado de trabajo, no haciéndolo ya para acompañar a su pareja.
Por eso, resulta que si la República Dominicana es un país receptor de migrantes haitianos, con las consecuencias positivas y negativas que eso supone, Haití es a la vez un país productor de migrantes y receptor de repatriados y expulsados, que son víctimas de todo tipo de abusos y peripecias en el territorio dominicano.
A pesar de todo ello, Haití no ha firmado aún el Convenio de las Naciones Unidas para la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migrantes, reconocido en diciembre del 2000. Solidaridad Fronteriza y el Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes Haití piensa que es del interés de los migrantes que Haití firme este convenio para protegerlos.
Considera que la no-ratificación de este instrumento internacional, el gobierno haitiano da pie a la explotación y violación de los derechos humanos de sus propios ciudadanos entregados a la arbitrariedad de las autoridades dominicanas.
Entre tanto, Haití está llamado a consolidar la democracia y el estado de derecho y a integrar su proceso de modernización con el fin de frenar la corrupción que invade la administración pública, y debe establecer estructuras para un desarrollo sustentable, basado en la igualdad de género, que tome en cuenta factores culturales del país, y garantice el acceso a los servicios sociales de base a los más vulnerables.
La entidad que lucha por mejores condiciones de los haitianos afirma estar convencida de que la vida puede brotar de nuevo para los Haitianos en su propio país, mediante el respeto de sus derechos fundamentales: derecho a la vida, el de participar en el bien común, y todos los derechos socioeconómicos.
Finalmente, afirma que es luchando contra la desesperación, que conduce una cantidad creciente de Haitianos a huir su país y así aumentar el contingente de migrantes clandestinos e irregulares, como Haití podrá renacer.
Se ha podido comprobar que la migración de haitianos hacia el país vecino y sus repatriaciones hacia Haití por las autoridades dominicanas son dos realidades presentes e innegables en las relaciones de Haití y República Dominicana. Constituyen dos grandes contenciosos que impiden que las relaciones entre ambos países del Caribe se normalicen correctamente.
El fenómeno de la migración haitiana hacia República Dominicana afecta a los dominicanos porque la presencia de una cantidad extraordinaria de haitianos en el mercado de trabajo en República Dominicana reduce la oportunidad de los dominicanos de hallar un trabajo para sobrevivir.
Muchas empresas dominicanas prefieren dar trabajo a los migrantes con el fin de explotarlos sacando importantes beneficios con respecto a los costos invertidos, lo que no pueden hacer con los empleados dominicanos cuya mano de obra sale más costosa. En este caso, la presencia de los trabajadores haitianos aumenta la cantidad de dominicanos desempleados.
Considerada desde otro ángulo, la presencia haitiana es un aporte incontestable, una fuerte contribución al crecimiento de la economía dominicana. Cree que esta situación es paradójica con las decisiones de las autoridades dominicanas, donde los trabajadores haitianos son útiles a la economía dominicana, sin embargo reducen las oportunidades para los dominicanos de hallar empleo en ciertos sectores de la economía.
Están laborando en la construcción, el sector agrícola, el comercio informal, como la ventas de helados, cambiar dólares, vender tarjetas de llamadas telefónicas, vegetales, limpiar zapatos, pintar en los edificios del Estado y privados.
Al mismo tiempo que las autoridades dominicanas desean tener a los haitianos para mantener la economía del país, se niegan a regularizar su situación con el fin de explotarlos mejor y también para dar gusto a, o por temor a, la rama ultra nacionalista dominicana, muy poderosa por la enorme influencia que ejerce sobre la opinión pública.
Se afirma que por eso que dichas repatriaciones están casi siempre marcadas por violaciones a Derechos Humanos de los migrantes, denunciado constantemente por las organizaciones de Derechos Humanos.
Solidaridad Fronteriza y el Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes en Haití, considera que mantener una vigilancia en la frontera es muy costoso para la República Dominicana y se cometerían atropellos y despojos de dinero y otras pertenencias contra los indocumentados.