Pistoleros que se desplazaban en dos jeepetas mataron a tiros anoche a la joven Aleyda Beras Arias, de 20 años, e hirieron en el mentón y en el vientre a su marido, Eliezer Ramírez, de 32 años, luego de perseguirlos desde la avenida San Vicente de Paúl en la zona oriental y darle alcance al vehículo de las víctimas en el puente de la Padre Castellanos (La 17).
La jeepeta en la que se desplazaban Beras y Ramírez, una Nissan Murano blanca, año 2007, placa G121872, tenía 29 impactos de balas. Ramírez llevó a la mujer ya muerta al Centro Médico Luperón de la avenida Pedro Livio Cedeño, donde el hombre fue atendido.
Según las versiones, el hombre, su mujer y una hermana de la fenecida habían salido de su negocio, una importadora de bebidas ubicada en la avenida San Vicente de Paúl del municipio Santo Domingo Este, cuando dos jeepetas, una verde y una roja los persiguieron y luego se inició una balacera y el resultado fue la tragedia que dejó sin aliento a la mujer. A las 11:00 de la noche ella estaba sobre una camilla, con la blusa amarilla ensangrentada y un pantalón jeans azul, descalza.
Ambos vivían en la carretera de Mendoza.
Ante los pocos datos del caso, la Policía hacía los esfuerzos por recabar mayores informaciones y en la medianoche esperaban que atendieran al herido, a quien despojaron del arma de fuego que portaba bajo protesta, reclamando “devuélveme la pistola, si vuelven y me matan”.
Aunque los agentes de la Policía se mostraron reacios a dar informaciones, los impactos en el vehículo de las víctimas, en los laterales, la parte trasera y debajo, todos especularon que se trató de una cacería, una balacera, que conllevó una persecución desde la parte oriental de la ciudad hasta llegar al ensanche Luperón.
Los hechos ocurrieron entre las nueve y las nueve y media de la noche.
Curiosos que audieron al lugar refirieron que no era la primera vez que suecedía ese tipo de hechos y que la delincuencia tiene azotados los barrios periféricos al ensanche Luperón, Capotillo, Simón Bolívar, 27 de Febrero, entre otros.
El herido lucía nervioso y ante los gritos de desesperación de su cuñada estaba en una especie de crisis de nervios, que luego de varios minutos los médicos pudieron controlar. El propietario de la clínica llamó a la familia de la mujer muerta.