De todo corazón agradezco a mis amigos (as) y personalidades que de una manera u otra me llmaron insistententemente a mi teléfono móvil, otros los hicieron a través de correo electónico o cartas, para expresar su condolencia por el vacío que dejó e mi vida mi madre: María Rafaela Alvárez de Bonilla.
Como todo proceso de la naturaliza, lo que nace muere, mi madre fue sorprendida la mañana del miércoles 14, cuando se bañaba en la casa de mi hermana Marusa, situada en el residencial Monte Rico de Santiago de los Caballeros, por un un infarto fulminante, que le provino de un edema pulmunal.
A mis colegas periodistas, empresarios, legisladores, funcionarios del Gobierno, dirigentes populares y sindicales, que me llamaron para expresar su solidaridad por la partida a destiempo de mi madre.
En verdad, me sorprendió la noticia cuando mi hermano me llamó a las 10:00 de la mañana, en el momento que trabajaba en el periódico El Nacional, se me fueron las fuerzas, se salieron mis lágrimas, pese a querer hacer el fuerte.
Recuerdo que recibí la noticia cuanto tomaba una denunca a un señor que al darse cuenta de que se me cayó en el escritorio el bolígrafo que tenía en la mano, me preguntó que me pasaba, y solo atiné a decirle: "Mi hermano que me llamó para decirme que murió mi mamá", él con un gesto de solidaridad en el momento expresó: ¿Cómo, no puede ser?, se me fueron las fuerzas en el momento, pensé pararme en seguida para informarle al Subdirector de El Nacional, Bolívar Diaz Gómez, pero las piernas no me respondieron, sino hasta unos dos o tres minutos después, que al darle la noticia exclamó: "No puede ser, que vaina, vete de inmediato", todos mis compañeros, iniciando con el director del períodico, Radhamés Gómez Pepín, se unieron a mi alrededor y me dieron la condolencia, y observaron mis lagrimas y mi gran tristeza.
Salí del periódico apresurado, montó mi carro, llegue a mi casa, prepararé mi bulto para viajar a Mao, y tomé carretera rumbo a la ciudad de Mao, donde ya habían sido traslados los restos de Rafaela, que pidió que cuando muriera la sepultaran al lado de su esposo, Rafael Antonio Bonilla Minaya, quien falleció el 18 de agosto del 2001.
Gracias del alma a todos y todas los que se unieron al dolor que me embarga y que perdurará en mi corazón para el resto de mis días.
LOS QUE RESIDE EN LA CAPITAL Y QUIERAN VIAJAR A MAO AL NOVENARIO DE LA MADRE DE T. BONILLA, DEBEN COMUNICARSE AL (809) 457-1023 ANTES DEL VIERNES.