La brisa navideña mece los árboles y la ciudad se engalana con un despliegue de luces y adornos, las personas se observan animadas mientras van de aquí para allá y se nota una atmósfera de expectativa.
Extensos tapones se forman en las principales avenidas de la capital, como la George Washington, John F. Kennedy y 27 de Febrero, por la gran cantidad de vehículos que circulan.
Pero ese ir y venir comenzó a reflejarse tarde en los comercios. En la mañana la actividad fue lenta, pero a medida que avanzaba el día fue aumentando el flujo de compradores. Las calles volvieron a abarrotarse, empezaron a oírse los regateos entre clientes y vendedores, y poco a poco las tiendas se llenaron como un mar de personas.
En la avenida Duarte, la principal arteria comercial del país, hasta la tarde de ayer se extrañaba la multitud y el bullicio de años anteriores, pero después casi no se podía transitar por la vía. Las tiendas que en la mañana estaban despejadas, con las mercancías acomodadas, en las tardes recibían a cientos de personas que iban y venían con paquetes en mano.
Sin embargo, los vendedores se quejaban de que aun las cosas están “lentas”. “Para estas fechas en otros años por aquí ni se podía caminar, esto está flojo”, contaba Andrea, una asistente de ventas de Almacenes Rodríguez. Según dijo, las ventas se han incrementado en relación al resto del año, pero en comparación con años anteriores siguen siendo menores.
Los vendedores informales ocupan las aceras, pero se quejan de que los artículos que ofertan tienen poca demanda. La gente simplemente pasaba de largo. “Realmente no sé por qué las ventas están tan malas.No sé si es porque ahora hay más negocios o porque no hay dinero o por las dos tormentas que pasaron, pero en otra época a esta hora todo estaba vendido”, dijo Cándido Pérez, quien tiene un puesto donde vende gorras y discos.
El éxodoLo mismo que las tienedas, las terminales de autobuses estaban vacías en la mañana, pero en la tarde ya se veían largas filas.
No obstante, los choferes se quejan de que este año hay menos actividad en comparación con años pasados. “En el garage hasta tenemos guaguas paradas. No se ve movimiento por aquí”, comentó Manuel Brito, encargado de despacho del Sindicato de Choferes y Empleados de Minibuses de La Romana (Sichoem).
En la parada de Barahona, Vielka Pérez aseguró que no se había visto nada “parecido” a las largas filas de pasajeros que caracterizan esta época del año.
La terminal del kilómetro 9, de donde salen autobuses hacia la zona Norte del país, presentaba mayor actividad. Personas con grandes bultos y llevando niños de la mano esperaban para abordar el transporte que los llevaría a reunirse con sus familiares.
Mariel Martínez, quien viaja a San Francisco de Macorís con sus dos hijos todos los años a pasar las fiestas con sus padres, dijo que “las cosas están frías”.
“Siempre que viajo en esta época hay mucho bullicio aquí, la gente se nota contenta, pero ahora los pasajeros solo se están quejando, algunos hasta dicen que van por obligación, porque solo hacen el viaje una vez al año”, precisó.
Ayer el tránsito vehicular lucía pesado. Había y polvo y calor en las calles, niños y ancianos pidiendo en los semáforos, mucho tránsito y, al parecer, algunos con pocos deseos de celebrar. “Qué es lo que uno va a celebrar, no hay dinero ni para ir al salón, por eso estoy aprovechando a mi amiga para que me haga este alisado”, dice Ingrid Pérez, sentada sobre una lata de aceite en la acera, en Villa Juana, mientras una amiga le aplica el tratamiento en el pelo.
Los compradores, aunque acudieron a las tiendas, también se quejan. “Las cosas están muy caras y ni siquiera hay tanta gente para comprar todo eso a esos precios”, dice Soribel Marte, mientras come un pastel en hoja y sostiene varias fundas de diferentes establecimientos.