El Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) deploró la forma de hacer política de la dirigencia partidista nacional fundamentada en el descrédito público, las descalificaciones y los denuestos personales al adversario, lo que a su juicio en nada fortalece la democracia sino más bien contribuye a restarle méritos al ya desgastado liderazgo político dominicano.
Al sumarse a los diversos reclamos y llamados de preocupación externados por representantes de diversos sectores nacionales ante la serie de insultos y violencia verbal que acusa la dirigencia política partidista, Lisandro Macarrulla, presidente del CONEP, advirtió en ese tenor que la confrontación y el empeño de destruir al adversario está minando la base democrática de la nación y el sano sistema de partidos. A su juicio esto es grave ya que debiera existir respeto e igualdad de trato a todas las opciones sociales por distintas que sean, y en la medida en que los partidos no alimentan la convivencia se puede concluir que no se construye democracia.
Observó asimismo, que se ha hecho una inveterada costumbre introducir al debate político determinados temas que debieran estar vedados de la discusión político partidista por ser patrimonio exclusivo del acontecer económico, y sin tomar en cuenta las implicaciones que un mal manejo del discurso pueda derivar en la estabilidad del clima de negocios
“En el seno del CONEP hemos venido externando la preocupación de que cada día se escuchan menos propuestas y más descalificaciones entre el aplauso y la aclamación de los militantes de los partidos, apareciendo a su vez la política como un espectáculo del que saldrá ganador quien sea mejor actor o sepa ridiculizar de forma más contundente”, expresó Macarrulla.
Dijo que en ocasiones, estás dinámicas generan una polarización política que acaba por transmitirse a la sociedad, y cuando la sociedad percibe a los políticos como actores de un teatro ajeno a sus inquietudes o intereses, pierde la confianza en ellos y muchos ciudadanos se refugian en la apatía o el catastrofismo social.
Indicó que si alguno de los políticos que practican la actividad partidista considera que las circunstancias le obliga a la confrontación, solo debe ejercer su derecho a través de las instancias correspondientes que la Constitución y las leyes le confieren y ejercerlo desde la solidaridad y al margen de la competitividad.