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martes, 14 de julio de 2009

A siete años de la muerte de Joaquín Balaguer, PRSC sigue dividido

A siete años de la muerte de Joaquín Balaguer, su partido aún se debate en la división y el único momento en que se unen es cuando hay que recordar su memoria.
Así lo afirmó el dirigente reformista Héctor Rodríguez Pimentel, mientras se conmemoraba el aniversario del fallecimiento de Balaguer frente a su tumba esta tarde, en el cementerio Cristo Redentor.
Junto a Ramón Rogelio Genao y Rafael Bello Andino, Rodríguez Pimentel pidió que se aproveche la ocasión para reflexionar sobre la unidad del partido.
De su lado Rafael Bello Andino, quien fue esperado por más de media hora en el panteón donde descansan los restos de Balaguer, manifestó que el PRSC debe unificarse para siempre.
“Estoy seguro de que él nos contempla con extrañeza, porque el partido que heredamos de él se debate hoy”, expresó.
Mientras que Rogelio Genao dijo que lo que queda del año debe servir de tiempo de reflexión y trabajo para la unificación de esa organización política, para que pueda lograr la mayoría que antes tenía.
Durante el acto, algunas personas exclamaban que fuera Bello Andino que propiciara la unidad y otros impedían que se escucharan las declaraciones de los dirigentes, hablando entre ellos y contestando llamadas telefónicas.
Personas de distintas clases sociales acudieron a la tumba luego de celebrar una eucaristía en la iglesia la Paz en el Centro de los Héroes.
Una señora de unos 80 años, esperaba a la puerta de la capilla a que salieran los altos dirigentes quienes, a la espera de Bello Andino, se encontraban dentro de ésta a puertas cerradas, donde permanecieron por unos 20 minutos, en un pequeño espacio con pocas luces.
La casa de BalaguerMientras los reformistas recordaban al extinto líder en el séptimo aniversario de su muerte, la casa donde vivió en la avenida Máximo Gómez, pasaba por desapercibida la fecha.
Se pudo observar que en lo que ahora es la Liga Dominicana Contra el Cáncer, nadie se presentó a recordar al fallecido líder, ni siquiera los que cada año acudían en largas filas, a la puerta del lugar para pedirle ayuda.