Al emitir su carta pastoral con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia, el 21 de enero próximo, los arzobispos y obispos estiman que también continúan las injusticias, que lejos de menguar, parecieran crecer y tomar nuevos rostros en el tráfico y consumo de drogas, la violencia y la delincuencia.
La carta pastoral presentada por monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, en su condición de presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, y por monseñor Ramón Benito Ángeles Fernández, secretario general, dice que los prelados dominicanos sienten preocupación al observar que en el país se da un proceso acelerado de transculturación que trae consigo “una perniciosa pérdida de los valores que nos destruyen como pueblo”.
El documento plantea que el nuevo discurso de la modernidad trae también consigo nuevas perversidades para instituciones como el matrimonio y la familia, particularmente el fomento de una cultura antivida.
Critica la difusión del secularismo, especialmente en modelos de conducta reñidos con la cultura cristiana nacional, que consecuentemente dejan al individuo a merced del consumismo, la explotación, la inseguridad, el anonimato, el libertinaje y el relativismo moral.
Los sacerdotes advierten que de todo esto se deriva una enorme ambigüedad y confusión, que genera crisis de valores, debilitamiento de las instituciones y deterioro de la identidad social.
“Esta carta pastoral pone de manifiesto la preocupación de la Conferencia del Episcopado Dominicano frente al fenómeno de la globalización”, expresan, “que trae consigo valores y contravalores dando paso a una nueva sociedad y cultura, así como a grandes y acelerados cambios; retos y desafíos que deben ser iluminados desde la ética del Evangelio”.
Olga y NoelLa Conferencia explica también que pese a los signos de una bonanza y crecimiento económico, es evidente el agrandamiento de la pobreza, la marginalidad, la carencia y deterioro de los servicios básicos y la falta de políticas públicas claras.
Sostiene que esas carencias y males sociales se pusieron en evidencia recientemente tras el paso de las tormentas Noel y Olga, que llenaron el país de luto y destrucción.
La formación y las leyesLa Conferencia del Episcopado Dominicano manifiesta su preocupación ante la tímida acogida y motivación de algunos presbíteros en lo referente al Plan de Pastoral y a la renovación que el mismo demanda.
Cita, además, la insuficiente formación y capacitación de los agentes de pastoral de todo el pueblo de Dios, así como la desvinculación de algunas asociaciones laicales y movimientos apostólicos.
“Nuestro modelo ideal de Iglesia en la República Dominicana lo concretiza de una manera muy realista cuando propone como objetivo de la primera etapa de nuestro itinerario evangelizador, que seamos, un pueblo organizado en familias, grupos de vida y comunidades”, explican los obispos.
La carta pastoral presentada por monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, en su condición de presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, y por monseñor Ramón Benito Ángeles Fernández, secretario general, dice que los prelados dominicanos sienten preocupación al observar que en el país se da un proceso acelerado de transculturación que trae consigo “una perniciosa pérdida de los valores que nos destruyen como pueblo”.
El documento plantea que el nuevo discurso de la modernidad trae también consigo nuevas perversidades para instituciones como el matrimonio y la familia, particularmente el fomento de una cultura antivida.
Critica la difusión del secularismo, especialmente en modelos de conducta reñidos con la cultura cristiana nacional, que consecuentemente dejan al individuo a merced del consumismo, la explotación, la inseguridad, el anonimato, el libertinaje y el relativismo moral.
Los sacerdotes advierten que de todo esto se deriva una enorme ambigüedad y confusión, que genera crisis de valores, debilitamiento de las instituciones y deterioro de la identidad social.
“Esta carta pastoral pone de manifiesto la preocupación de la Conferencia del Episcopado Dominicano frente al fenómeno de la globalización”, expresan, “que trae consigo valores y contravalores dando paso a una nueva sociedad y cultura, así como a grandes y acelerados cambios; retos y desafíos que deben ser iluminados desde la ética del Evangelio”.
Olga y NoelLa Conferencia explica también que pese a los signos de una bonanza y crecimiento económico, es evidente el agrandamiento de la pobreza, la marginalidad, la carencia y deterioro de los servicios básicos y la falta de políticas públicas claras.
Sostiene que esas carencias y males sociales se pusieron en evidencia recientemente tras el paso de las tormentas Noel y Olga, que llenaron el país de luto y destrucción.
La formación y las leyesLa Conferencia del Episcopado Dominicano manifiesta su preocupación ante la tímida acogida y motivación de algunos presbíteros en lo referente al Plan de Pastoral y a la renovación que el mismo demanda.
Cita, además, la insuficiente formación y capacitación de los agentes de pastoral de todo el pueblo de Dios, así como la desvinculación de algunas asociaciones laicales y movimientos apostólicos.
“Nuestro modelo ideal de Iglesia en la República Dominicana lo concretiza de una manera muy realista cuando propone como objetivo de la primera etapa de nuestro itinerario evangelizador, que seamos, un pueblo organizado en familias, grupos de vida y comunidades”, explican los obispos.